El
sábado fui caminando (ya que es la única forma de llegar) a la Praia dos
Golfinhos. Pasé todo el día en la playa, tomando sol, leyendo y observando el
mar, hasta que se acercó a hablarme Martin, es de Bahía Blanca y es el que
alquila las tablas y los kayaks, estuvimos conversando y me invitó a dar un
paseo en kayak para ver los delfines mas cerca. Cuando estábamos por subir al
kayak le pregunté si podía llevar la cámara, era un riesgo pero la ocasión lo
ameritaba, me respondió que mejor no y al final el paseo fui super tranqui y
podría haberla llevado.
Después
de nadar con tiburones y tortugas en galápagos fue la mejor experiencia natural
de mi vida, vimos muchos muchos delfines nadando muy cerca, alrededor nuestro.
Es increíble que estén tan cerca de la gente, que te dejen acercarte y ellos
tranquilos nadando con su familia; compartiendo su lugar, su hábitat, su casa
con los humanos que no es una especie amigable con la naturaleza. A pesar de
los accidentes que se suceden entre las lanchas y los delfines ellos siguen
viniendo la playa, me contó Martin que hacía un mes una lancha agarró con la
hélice a un delfín y lo mató, me pareció un horror, además de que ellos lucran
llevando a la gente a ver a los delfines mas cerca.
Todos
me habían recomendado que vaya a ver el atardecer en el Mirante, que es una
posada arriba del Morro, y como era una hermosa tarde de sol fui a la vuelta de
la playa. Había un barcito divino! Con mesas en distintos niveles, la vista era
hermosa pero como fui sola no me quise quedar a tomar algo, así que saqué
varias fotos y volví.
Fue mi
primer día consumista de mis vacaciones. Pasé a buscar la ropa que había
llevado a lavar (traje muy poca para no cargar y ya use toda), entré a un local
y me compré un pantalón, un vestido y un hermoso bolso hecho de hojas de un
árbol que ya me olvidé el nombre, al lado había una heladería con mucha pinta
así que me compré mi primer helado en Brasil, tenía muchos gustos de la frutes
exóticas que solo están en esta región, probé varias pero para mi gusto eran
demasiado exóticas, así que terminé pidiendo chocolate amargo y frutos rojos,
riquísimo!
Volví
al hostel, me bañe y nos pusimos a charlar con Gabriela, mi compañera de cuarto
entre otras, estabamos por salir pero estabamos muy cansadas así que dijimos de
hacer una siesta de una hora y después salir. Como en Jeri esa siesta duró
demasiadas horas por lo que no existió la salida.
Me
faltaba conocer la Playa de Madero y mi idea era ir el domingo pero ya no
quería ir sola, entonces comencé a charlar con los israelíes del hostel y fui
con ellos a la Playa de los delfines, la playa me encantó así que no me
importaba repetirla y no conocer otra. Eran 7 israelíes hombres, 2 hablaban un
poco de español, así que terminé de comprobar que mi inglés es pésimo y que urgente
voy a comenzar a estudiarlo de vuelta. Estuvimos tranqui en la playa, ellos
jugaron a la pelota y yo me fui a caminar, un rato al agua y un rato tratando
de comunicarnos. Cuando volvimos ellos fueron a comer y yo al hostel.
Mis
amigos paulistas también se iban hoy, así que de despedida nos fuimos a cenar a
una crepería, también vino una chica argentina que se había hecho amiga de
ellos en la playa. Comimos uno salado cada uno y compartimos uno dulce con Nutella. Caminamos un poco y se me rompieron mi chatitas blancas que
rápidamente las tiré a la basura, cumplieron mas que su ciclo. Volvimos al
hostel a buscar una ojotas para mi y salimos a bailar al mismo bar que antes,
donde la música es principalmente argentina y todas las noches la misma. Con
nosotros vinieron 2 israelíes nuevos con mucha onda, bailamos y bailamos y a la
1 (que cuando termina todo) volvimos al hostel.
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